Caminé serena
la vereda del olvido.
¡Lúcida! ¡Feliz!
Complaciente al aire puro
de la noche, a su lado.

Es que
me entregué al momento
de sentirme suya
en un suspiro suelto,
en la escasez del tiempo.
Prohibido, pero accesible
a mis sentidos.

Y ante su magia,
cerré los ojos,
abrí mis labios,
toqué sus hombros,
habité su aurora,
inhalé su aroma.
Aliciente.
Solaz.
Candente.

Y así, romántico,
arropose en las montañas
de mi cuerpo.
Quedo.
Sereno.
Brillante en la distancia
de mi mundo Galáctico,
¡Neptuno!

(2003, De mi colección poética “Venus, Poesía Enamorada, Censurada”)

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