Perdí tu nombre entre los escombros de la noche.
Se me extravió entre la sonrisa de la luna.
Tus bellos ojos se elevaron hasta el cielo
y me miraron desde arriba, junto a un lucero.
Perdí tus manos entre las caricias de la brisa.
Ahora ellas me recuerdan tus deseos.
Perdí tus labios entre los pétalos de las rosas.
Así de este modo, risueños y coquetos, me besan.
Perdí tu aroma entre el perfume de las flores.
Entre lo oculto y lo aliciente a mi espíritu.
Te me escurriste de las lúgubres razones.
Cuando dijimos adiós aquel invierno de amores.
(1999, De mi colección poética “Venus, Poesía Enamora, Censurada”)

