En una noche tierna perdime entre sus brazos.
Entre su imán humano, fugaz, candente hoguera.
En esa noche tierna no supe que de otra era,
y me extravié inconsciente en su mar y arena.
Dejé que me explorara de una punta a otra
y que de amor me hablara ante una rosa bella.
Bebí de sus manjares, prohibidos manantiales.
En esa noche tierna secreta bajo mi aurora.
En esa noche tierna su cuerpo fue mi abrigo
su roce, fuego ardiente, que aún mi piel la quema.
En esa misma noche, me dijo que era mío.
El tiempo, sin embargo, mostró que era prohibido.
(1997, De mi colección poética “Venus, Poesía Enamorada, Censurada”)

