Amanece la mañana con un tejido canto del ruiseñor…
Con la caída de agua cristalina en una cascada…
Con los rayos de la aurora,
escondida entre las hojas del otoñal…
El cielo azul -con júbilo exórbitante-
nos anuncia que un nuevo día ha llegado…
Las mariposas inquietas, vaya,
por su juvenil espíritu,
retozan al contorno de una rosa blanca.
La aura cabellera solar se hace presente…
Las flores sacuden de sus adormecidos pétalos
el rocío madrugador…
El mar se mece como el espíritu de un niño jocoso…
pues, ¡Ya es de día!
(1997, De mi colección poética “Inquietudes Humanas”)

